reventandole el culo a una jovencita y le dice al novio que ya no puede mas

ɢʀᴜᴘᴏ ᴛᴇʟᴇɢʀᴀᴍ

una jovencita está inclinada sobre la cama, ofreciendo una vista tentadora de su deliciosa cola. Su novio, con una mezcla de anticipación y nerviosismo, observa desde un rincón, sabiendo que está a punto de presenciar algo intenso y primitivo. Detrás de ella, un hombre experimentado y dominante se posiciona, listo para tomar lo que desea.

«¿Lista, nena?» pregunta el hombre, con una sonrisa malvada, mientras agarra las nalgas de la jovencita con fuerza, separándolas para revelar su agujero apretado y virgen. «Sí, dámela toda,» susurra ella, con una voz temblorosa pero ansiosa. El hombre, sin perder tiempo, guía su verga dura y palpitante hacia la entrada trasera de la jovencita, empujando lentamente pero con determinación.

La jovencita gime, un sonido que es a la vez de placer y de dolor, mientras siente cómo su culo se abre para recibirlo. «Joder, qué apretado estás,» gruñe el hombre, empujando más profundo, llenándola por completo. El novio, desde su rincón, observa con una mezcla de excitación y preocupación, viendo cómo el cuerpo de su novia se tensa y se relaja con cada embestida.

«Más fuerte, cabrón, más fuerte,» suplica la jovencita, empujando su culo hacia atrás, pidiendo más. El hombre, obedeciendo, comienza a moverse con fuerza y profundidad, cada golpe resonando en toda la habitación. «No puedo más,» gime el novio, incapaz de contener su excitación, mientras se toca, siguiendo el ritmo de las embestidas.

El hombre, sin inmutarse, continúa su asalto, sujetando las nalgas de la jovencita con fuerza, usando su cuerpo como palanca para empujar más profundo, más rápido, más fuerte. «Así, así, justo así,» gime la jovencita, perdida en un mar de sensaciones, mientras su cuerpo se adapta a la invasión.

El novio, con los ojos desorbitados y la respiración entrecortada, alcanza su clímax, gimiendo y temblando mientras se corre. «Ya no puedo más,» repite, exhausto y satisfecho, mientras observa cómo el hombre detrás de su novia sigue moviéndose, llevándola a ella también al límite.

La jovencita, con un grito final de placer y liberación, se deja caer sobre la cama, exhausta y satisfecha, mientras el hombre se retira, dejando su culo rojo y marcado. «Gracias, cabrón,» susurra, sonriendo, mientras se gira para besar a su novio, sabiendo que ambos han compartido una experiencia que nunca olvidarán.