cogiendo a una mama soltera con la panocha bien depiladita

La mama soltera, con una sonrisa pícara y ojos llenos de deseo, se acercó a mí, su cuerpo curvilíneo y tentador. «Hoy quiero que me cojas,» susurró, su voz cargada de anticipación. La llevé a la habitación, donde la luz tenue bañaba su piel suave. Con movimientos lentos, desabroché su blusa, revelando unos pechos firmes y tentadores. Ella, rendida al deseo, se dejó llevar, sus gemidos llenando la habitación mientras mis manos exploraban su cuerpo. La acosté en la cama, quitándole lentamente la falda y las braguitas, descubriendo su sexo completamente depilado, una invitación tentadora. Con un movimiento lento, me deslicé dentro de ella, sintiendo su calor y su humedad. Nuestros cuerpos se movieron al unísono, buscando el placer, hasta que alcanzamos juntos un éxtasis indescriptible, dejando sus sábanas revueltas y nuestros corazones latiendo al mismo ritmo.

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