En la urgencia de un momento robado, una jovencita cachonda se encuentra con su novio en la quietud de su habitación. Con una mezcla de excitación y nerviosismo, le susurra al oído, «Ya métemela antes de que vayan a llegar mis papas.» Él, con una sonrisa pícara y ojos llenos de deseo, no necesita más invitación. La acuesta con prisa pero con cuidado, sus manos ansiosas por explorar cada centímetro de su cuerpo. Ella, con los ojos cerrados y el corazón acelerado, se entrega a sus caricias, sintiendo cómo cada toque enciende su deseo. Con un movimiento decidido, él la penetra, haciendo que ambos giman de placer. Cada embestida es rápida, urgente, un baile de lujuria que se acelera con cada segundo. La habitación se llena de sus respiraciones entrecortadas y del sonido de sus cuerpos encontrándose, en un encuentro clandestino donde el tiempo es su enemigo y el deseo, su aliado.
ya metemela antes de que vayan a llegar mis papas….le dice la jovencita cachonda al novio
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