En una habitación oscura, un hombre de mirada intensa se encontraba con una jovencita adolescente, su inocencia aún intacta. Con una mezcla de nerviosismo y anticipación, él la guió hacia la cama, sus manos explorando su cuerpo con una urgencia que la dejó sin aliento. ‘Relájate,’ murmuró, su voz un susurro en su oído. Con cuidado, la posicionó a cuatro patas, sus manos firmes en sus caderas. Lentamente, introdujo un dedo, preparándola para lo que vendría. Ella gimió, una mezcla de placer y dolor que lo excitó aún más. Con una embestida decidida, la penetró por detrás, su miembro grueso y firme. Ella gritó, sus lágrimas brotando al instante, el dolor abrasador. ‘Duele,’ sollozó, su voz temblando. Él, perdido en su propio deseo, continuó, sus movimientos rítmicos y profundos. La habitación se llenó de sus gemidos y suspiros, una sinfonía de placer y dolor. Ella, incapaz de soportarlo más, se dejó llevar por las lágrimas, su cuerpo temblando con cada embestida. Él, finalmente consciente de su angustia, se detuvo, sus manos acariciando su espalda con ternura. ‘Lo siento,’ susurró, pero el daño ya estaba hecho, un recuerdo que quedaría grabado en su memoria
rompiendole el culo a una jovencita adolescente y ella se pone llorar
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